O jornalista e escritor cubano Carlos Alberto Montaner, há vários anos exilado, vivendo em Miami e Madrid alternadamente, escreveu um ótimo artigo que está publicado no site do jornal El Nuevo Herald, analisando a latente crise política na Venezuela, insuflada pelo agravamento do estado de saúde do caudilho Hugo Chávez. O título original do artigo é sugestivo: "Quando os caudilhos desaparecem".
Montaner recorre aos três tipos puros de dominação política que estão no coração da teoria política de Max Weber: a dominação tradicional (me obedece porque sempre foi assim), a racional legal que é típica do Estado moderno (me obedece porque está disposto na lei) e, finalmente, a dominação carismática (me obecece porque eu posso te salvar). Grosso modo é mais ou menos isso que encerram os conceitos operacionais dessas três categorias da filosofia política weberiana.
Todavia, Weber era um epistemólogo par excellence suficientemente meticuloso e, sobretudo honesto, para não chutar os cânones da ciência. Tanto é que Weber fala em tipos puros ou "tipos ideais" para operar sua análise. Essa tipologia, portanto, não sofre qualquer viés de delírio, porquanto não é substancializada e não servirá jamais como "palavra de ordem" de qualquer líder messiânico. Os tipos são conceitos e não a realidade, porque a realidade não é passível de ser abrangida por um conceito. Este é apenas um facho de luz que clareia um tico da realidade do universo e comprova a limitação do cérebro humano.
Em rápidas palavras está aí a razão da perenidade da obra weberiana e a sua originalidade e, por isso mesmo, infelizmente, Max Weber continua sendo proscrito da sociologia e da filosofia política ensinadas nas universidades brasileiras pela escumalha marxista.
Voltando ao artigo de Montaner, o escritor recorre aos tipos ideais de Weber para analisar o que começa a acontecer na Venezuela, onde Chávez, um líder carismático se vê castigado por uma doença incurável que irremediavelmente o afastará do poder. E esse tipo de dominação política é o mais instável dos três tipos concebidos por Weber, porque não tem sucessor, ainda que o líder carismático se esforce em nomear herdeiros. Desaparecendo o caudilho - conforme anota Montaner - sobrevem o dilúvio.
Transcrevo no original em espanhol e recomendo a leitura:
EN ESPAÑOL - Chávez lo sabía desde hace algún tiempo. Incluso, él mismo se lo
comunicó a varios gobernantes amigos. Su muerte inminente, o a corto
plazo, era una noticia demasiado importante para callarla. Les pedía
discreción a sus colegas, pero los políticos no se caracterizan por ese
rasgo. Guardar secretos es cosa de curas, urólogos y notarios, no de
presidentes. O presidentas.
Chávez, tenía, claro, una esperanza
vaga en el milagro. Es un fenómeno que suele sucederles a las
personalidades narcisistas que rebasan ciertos obstáculos difíciles. Que
Chávez estuviera sentado en Miraflores al frente del estado venezolano
era tan improbable como el nacimiento de una jirafa bicéfala y, además,
albina. Como todos los caudillos mesiánicos, había interpretado su
suerte como el signo inequívoco de haber sido escogido para cumplir un
destino superior. Era invulnerable.
Max Weber explicó muy bien
los tres orígenes de la legitimidad política. La tradición era el más
antiguo. Los reyes, las dinastías y los linajes derivan de este
fenómeno. Al rey y al duque se les obedecía porque así había sido
siempre. Era la costumbre y se aseguraba que el mandato estaba vinculado
a la voluntad divina.
Cuando se debilitó esa fuente de autoridad compareció la
legitimidad racional. El absolutismo fue sustituido por las
Constituciones y la regla de la mayoría. Así se gobiernan las
democracias maduras del planeta y algunas autocracias de mano dura como
China o Irán, que descansan en otro tipo de racionalidad: burócratas
ideologizados y santones religiosos.
Pero la legitimidad más
vistosa era la tercera: el carisma. Los caudillos eran obedecidos por
los rasgos de su personalidad. Una parte sustancial de la sociedad, a
veces la mayoría, delegaba en ellos la facultad de pensar y decidir.
Podían saltarse a la torera las reglas y las instituciones. El papel de
las personas era aplaudir y repetir consignas: “lo que usted ordene y
cuando lo ordene, Jefe”.
El gran problema del caudillo
carismático es que no puede transmitir su poder. Pueden designar
herederos, pero la relación entre éstos y los gobernados es muy
diferente. El previo endiosamiento del caudillo sustituido pesa como una
losa sobre la imagen del delfín.
En Argentina nadie ha podido
calzar las botas de Perón, aunque todos invocan su santo nombre en vano,
y en Cuba Raúl Castro sufre la constante comparación con su hermano
Fidel. En voz baja y con mala leche le llaman el “Mínimo Líder”.
Esto
viene a cuento del caso venezolano. Aunque Nicolás Maduro es el
candidato seleccionado por Hugo Chávez y por los Castro, deseosos de
mantener viva esa inmensa vaca lechera que es Venezuela, proveedora de
un subsidio total calculado en diez mil millones de dólares anuales por
la investigadora Vanessa López del Instituto de Estudios Cubanos de la
Universidad de Miami, el ex sindicalista tiene muy pocas probabilidades
de consolidar una zona indiscutible de autoridad dentro de las filas del
chavismo.
Tiene fuertes retadores. El reciente exvicepresidente
Elías Jaua, sociólogo y profesor universitario, cree que está
intelectualmente mucho mejor equipado para ocupar el puesto. Francisco
Arias Cárdenas, exmilitar con mando, golpista junto a Chávez y político
exitoso, supone que él debe ser el sucesor natural del Caudillo
bolivariano. Diosdado Cabello, también exoficial y constructor del PSUV,
gran operador político y presidente del Parlamento, piensa lo mismo. Y
está el hermano Adán, quien le enseñó a Hugo las primeras letras del
radicalismo colectivista, algo así como el toilet training ideológico, y
hoy gobierna el estado de Barinas. ¿Por qué, si Hugo es tan castrista
en todo, no escogió la fórmula dinástica de Fidel-Raúl como sucedió en
Cuba? (El secreto es que los Castro, que lo tuvieron en la Isla de
embajador, no confían en él o no creen en sus condiciones de líder, pero
Adán no lo sabe).
Si hay alguna moraleja en esta triste historia,
es que el mesianismo y los caudillos carismáticos son tremendamente
perjudiciales para las sociedades. No hay sustituto para el poder
racional arraigado en las instituciones, la subordinación a la ley, la
meritocracia, la competencia, la rotación ordenada de los mandatarios y
la cordialidad cívica con el adversario. Es así como se gobiernan las
treinta naciones más exitosas del planeta. No es así como se gobierna
Venezuela. Por eso, después de Chávez, es probable que sobrevenga el
diluvio.
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2 comentários:
SERIA A VENEZUELA O NOVO IRAQUE LATINO?
Salvo estar enganado, com os possíveis alicerces do Chávez no poder, mesmo fora de combate ao que parece para sempre, pelo menos como chefe de Estado em atividade, só se ficar como Fidel Castro falando por outros, a Venezuela virará um país cheio de convulsões sociais por os protegidos de Chávez recusarem-se a obedecer aos novos mandatarios que irão mudar as regras do país e não aceitarão passivamente; comunistas não gostam de perder postos donde tiram o sustento na moleza.
Os pressagios são os piores.
Que adiantou, preparou tudo para ficar muitos e muitos anos no poder e...
mj
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